El caso del Cerro Torre y de Maestri puede debatirse desde distintos puntos de vista o de manera interdisciplinar. Cualquier conclusión tendría posibilidad de validez si cada enfoque estuviera bien argumentado, documentado, con total conocimiento de causas y efectos. Un alpinista tradicional podría enfocarlo como le dicta su sentido de la ética, si recuerda los hechos siguientes.
El Cerro Torre simbolizaba lo imposible. Cesare Maestri y Toni Egger deseaban la posibilidad, que costó a éste la vida en 1959 cuando descendían. Sin el testimonio del compañero sepultado por un alud de hielo, Maestri manifestó que había alcanzado la cumbre del Cerro.
Maestri soportó once años los comentarios de unos y otros sobre aquella primera escalada. [...] «¡El Torre no se ha subido nunca! ¡Es una montaña imposible!». Negando todos la ascensión de Maestri justificaban también su fracaso.2Desacreditado por quienes no le creyeron, Maestri regresó en 1970 al Cerro con una expedición de escaladores, con andamio metálico, con compresor de aire alimentado por gasolina, con dos taladradoras, con brocas especiales para perforar el granito en 20 segundos, con centenares de clavos especiales —buriles—3 para introducirlos a presión en la roca, con un cabrestante para elevar esta maquinaria, con más metros de cuerda que desnivel hay entre la rimaya del glaciar oriental y la cumbre, como si todo ello justificara la finalidad de escalar el coloso pétreo del reino de los vientos. Además del deseo de humillar a los incrédulos, ¿pretendía profanar lo simbólico del Cerro violando las reglas morales del espíritu alpinista?
Pese al abuso de medios, el escalador italiano no superó el hongo de hielo que cubre la cima. No lo consideró importante; le faltaron unos 40 metros para alcanzarla. Maestri rapeló desde el punto alcanzado, rompió unos veinte buriles del último largo de cuerda, destrozó varios componentes del compresor y allí lo abandonó como vestigio de su proeza. Tan deshonesta eliminación y el disfraz de éxito de una escalada inconclusa enardecería a sus detractores. Este recorrido incompleto, llamado hoy "vía del compresor", no merecía entonces el rango de vía o ruta. Para la mentalidad de aquella época fue un doble fracaso —traición al sentido de la ética y retirada sin cumbre— añadido a la dudosa ascensión anterior.
En el lado sureste del Cerro quedaron más de 300 buriles, y el compresor abandonado a casi 100 metros de la cumbre. En la historia del andinismo quedó la connotación de la transgresión de un escalador, despechado, contra el símbolo de la imposibilidad.
La nueva polémica
Para muchos que aceptaban el reto del Cerro con métodos convencionales, con el respeto propio del espíritu alpinista, la acción de Maestri clamaba reacción. Por esta razón, el acto de Kruk y Kennedy, al arrancar más de un centenar de dichos buriles —sin consenso previo de suficiente representación de la comunidad escaladora— podrá ser entendido como justicia, venganza o respuesta arbitraria ante un atentado execrable que permanecía impune desde el siglo pasado.
El alpinismo tradicional sólo reconoce fronteras éticas, pretende enmendar errores o mejorar lo existente. En su contexto parece inconcebible defender la fechoría de Maestri con detrimento del comportamiento de Kruk y Kennedy. Tan inocentes pueden ser estos como aquel. Los tres escaladores eliminaron buriles del itinerario, por distinto tipo de rebeldía. Rolando Garibotti eliminó otros a raíz de la escalada del austriaco David Lama.
En todo debate habrá siempre diferentes puntos de vista —tanto acertados como erróneos—, desacuerdos e interesados advenedizos dispuestos a «arrimar el ascua a su sardina» con opiniones sin elementos básicos de juicio. El acto de la cordada4 norteamericana se podrá concebir de muchas maneras, aunque será difícil que lo comprendan en otros ámbitos sociales; sobre todo en los que consideran el alpinismo riesgo inútil si no genera beneficios tangibles.
El 23 de diciembre de 2013, Desnivel.com publica que el Centro Andino El Chaltén aprovecha el regreso de Jason Kruk a Patagonia, le declara ‘Persona Non Grata’ a través de un cartel y le exige disculpas por retirar los pitones de presión de la escalada del grupo de Maestri al Cerro Torre.
Véase además (Desnivel.com 17-04-2001) Maestri y el Cerro Torre, 40 años después y (Desnivel.com 31-01-2014) Via de ragni, 1974. 2014: El año del 40 aniversario de la primera al Cerro Torre
Notas
1 Dedico esta explicación a mis amigos que tanto ignoran sobre alpinismo y desean conocer las causas de la nueva polémica sobre el Cerro Torre.
2 Pérez de Tudela, César A. Patagonia, tierra de gigantes. Madrid: Ed. Desnivel, 2010.
3 En este contexto, el buril es un instrumento de acero para perforar la roca. Por extensión se llama buril al tornillo —perno de dos a tres centímetros de largo— que se introduce a martillazos en el agujero perforado.
4 Cordada significa que dos o más personas avanzan unidas por una o varias cuerdas.
Lectura recomendada
● BUSCAINI, Gino, METZELTIN, Silvia. Patagonia. Tierra mágica para viajeros y alpinistas. Madrid: Ed. Desnivel, 2000.
● FERRARI, Casimiro. Cerro Torre, parete ovest. Milano: dall'Oglio, 1975. Tiene versión en español: Cerro Torre, pared oeste. Barcelona: Ed. RM, 1983. Se ha reeditado con el título La torre del vento. Cerro Torre, parete ovest. Lecco: Alpine Studio, 2010.
● GARIBOTTI, Rolando. A Mountain Unveiled. A revealing analisys of Cerro Torre's tallest tale. The American Alpine Journal 2004. Riguroso trabajo que, por evidencias, atribuye a la expedición de Casimiro Ferrari la primera ascensión al Cerro Torre el 13 de enero de 1974. Incluye bibliografía con 26 fuentes de referencia elegidas de la lista completa del original en italiano.
● MENDIETA, José Luis. La Maestri al Torre de 1959, a debate. Desnivel, nº 235.
● Un nuevo capítulo para el polémico Cerro Torre. En: La Cachaña, 21-enero-2012
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